
Traduje este largo pasaje del inglés al español. Soy personalmente responsable de cualquier error de traducción. Este pasaje se refiere a un episodio en la vida de Jane Eyre, el personaje principal de la novela, cuando enseñó a las hijas de los campesinos. Esta breve experiencia educativa se cuenta en la página 362 de la novela. Los títulos de los párrafos fueron escritos por mí mismo.
¿Prejuicios de clase?
Continué mis esfuerzos en la escuela del pueblo de la manera más activa y fiel posible. Al principio fue un trabajo duro. Me llevó un tiempo entender a mis alumnos, dados todos mis esfuerzos. Totalmente ignorantes con sus mentes bastante entumecidas, parecían desesperadamente apáticos.
Siempre hay razones para ser optimista.
Hubo diferencias entre ellos, así como entre aquellos que fueron educados; y cuando nos conocimos, esa diferencia se hizo más pronunciada. Su asombro hacia mí, mi idioma, mis estándares y mis formas de hacer las cosas, una vez atenuados, descubrí que algunas de estas chicas de campo de aspecto pesado habían resultado ser ingeniosas. Muchos han sido serviciales y amables; y descubrí entre ellas personas que mostraban cortesía natural y dignidad personal innata y poseían excelentes capacidades, lo que despertó mi benevolencia y admiración. Estas chicas rápidamente disfrutaron trabajando bien, siempre siendo atendidas en persona, aprendiendo regularmente sus tareas, adquiriendo modales correctos y siendo tranquilas. La velocidad con la que progresaron, en algunos casos, fue aún más sorprendente; Sinceramente, estaba feliz y orgulloso de ello: además, personalmente comencé a apreciar a las mejores chicas; y ellos me amaron Entre mis alumnos, tengo varias hijas de campesinos, mujeres jóvenes, casi adultas. Este último ya sabía leer, escribir y coser. Les enseñé gramática, geografía e historia y costura fina. Encontré entre ellos personajes dignos de estima, ansiosos por aprender y mejorar, con quienes pasé momentos agradables en sus propios hogares.
Reconocimiento mutuo
Sus padres (el granjero y su esposa) me mostraron mucha atención. Fue agradable aceptar su simple amabilidad y devolverlo con respeto, un respeto escrupuloso por sus sentimientos, a lo que tal vez no estaban acostumbrados todo el tiempo, y que los encantó y los benefició; porque, aunque eso los crió a sus propios ojos y les hizo querer merecer el trato deferencial que recibieron.